miércoles, 11 de julio de 2012

Una Verdadera Mujer.

Sólo unas pocas personas saben reconocer y apreciar a una mujer. A una verdadera mujer. Una mujer que hecha cómo se debe, deleita con una belleza tanto física como interna.
Una mujer que no descuida su fachada, pero tampoco se preocupa por no llenarla de cosas innecesarias. Una mujer que lleva un vestido tan hermoso como simple, que demuestra toda su feminidad. O pantalones que resaltan su esbelta figura.
Una mujer que puede usar el cabello mojado después de bañar, para salir, de color natural, y que sólo peina en ocasiones especiales. No se preocupa por alardear de su belleza, por que sabe que todos saben que es bella. Una mujer tan fina que sus facciones demuestran esa calidez de labios llenos de sabor y llenos de vida. Una mujer tan hermosa que tanto el color de su piel como las pecas que llenan su cuello y hombros dan a pensar que una criatura imponente y hermosa con alas aparece a nuestra vista.
Una mujer que, inteligente como las mejores, sabe conseguir lo que quiere sin caer en lo mundano y lo despreciable. Una mujer que sabe ser dama, que se da a conocer como una.
Una mujer que viste elegantemente sus mejores ropas, sólo para que todos sepan que pasa por ahí y olviden sus pensamientos para admirar a la belleza andante que disfruta del paseo cotidiano por las calles de la ciudad.
Una mujer que, como en los tiempos de antaño, porta una sombrilla para el sol o lluvia por si acaso, bolso pequeño para sus menesteres, y zapatos de tacón lo suficientemente bajo y alto para mantener una postura exquisita que permanece aún sin aquel calzado.
Una mujer que, sabe expresarse, que tiene valores y virtudes. Que tiene defectos y errores. Que la hacen perfecta.
Esa mujer, que vive en todas, es la mujer de mis sueños. Una mujer que enamora con una sonrisa, que sabe seducir con una mirada, que roba el aliento y el alma con un simple "hola".
Una mujer que sabe ser mujer, y que no olvida su hermosura, que es la de ser femenina para siempre, y permanecer joven en el alma, aunque pasen muchas vidas.
Una mujer que es tan fina, que los movimientos de sus manos, son involuntariamente preciosos y dan la impresión de que se pueden romper con el mínimo roce. Unas manos de porcelana de colores, que tan pequeñas como son, pueden ser tan firmes como delicadas.
Solo pocas personas, saben apreciar la delicadeza de un busto suave y delicado, que no esconde con vergüenza la que sabe lo que posee. Que saben apreciar cada linea de la espalda y cuello, cada curva, pecaminosa y misteriosa, que envuelve a la criatura mas bella jamás creada.
No todos saben mirarse en el reflejo de unos ojos grandes y hermosos, observando la calidez de la mirada que puede salvar vidas, devolver vidas y arrebatarlas. Una mirada que enamora, una mirada que apasiona.
Una mujer que tiene facciones finas, de dama, no importando el nivel de tiempo o de grosor que tengan los pliegues que demuestran sabiduría y edad.
Una mujer que sabe que es dama, no cuestiona acerca de su apariencia, por que sabe lo que posee. Aunque lo interesante es que, aún sabiendo lo que posee, pregunta acerca de su apariencia, solo para que le reiteren que es bella.
Una mujer que no teme demostrar su carácter tan fuerte, y a la vez tan delicado como el pétalo de una rosa.
Hacen falta palabras y frases, para describir a una verdadera dama, la cual no se rebaja con los demás, entregándose vulgarmente en bailes despreciables a la vista. Una mujer que sabe bailar con pasos firmes y hermosos.
Pocos saben reconocer la belleza en el camino que recorren las pantorrillas hasta los tobillos de una mujer a la que le duelen los pies después de un día agitados y se quita los zapatos para refrescarse.
Una mujer que involuntariamente hace poses de dama, tan femeninas, que matan de ternura, de amor y de pasión al que las mira. Que cruza las piernas y balancea un pie sobre el otro, como si fuera tan ligero como el papel.
Una mujer que sabe vestir como le gusta, que sabe lo que le gusta y que usa lo que le gusta, es una mujer de verdad, tan bella.
Esa mujer es la que yo quiero encontrar, aunque sea para solo un momento de compañía, para disfrutar de la calidez del roce de sus palmas con las mías. Pero aunque ahí está, no se da cuenta de la adoración que le tengo y de la admiración que le arrojo. No se da cuenta del amor que le tengo. Y amor no es precisamente carnal y físico a veces, es el interés y el cariño que se tiene por siempre a alguien que vale la pena conservar a un lado. Esa mujer, sabe que estoy ahí, y yo sé que me conoce y que es consciente de mí. Pero solo pocos saben reconocer cuando a su vida ha llegado Una Verdadera Mujer.

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