viernes, 22 de junio de 2012

Carta de Isabella.

Les compartiré una cita más. Ésta vez de un libro que me transportó a un ambiente tan exquisito como es la España de la primera mitad del siglo XX. 
"El Juego del Ángel" de Carlos Ruiz Zafón, es una pieza literaria que recomiendo a todo aquel que goce del misterio y el crimen, así como de la sensualidad y el romanticismo.
Este extracto es tal vez una de los muchos aspectos del libro que más llegan al corazón.


"Querido David:
A veces me parece que empecé a escribirle esta carta hace años y que todavía no he sido capaz de terminarla. Ha pasado mucho tiempo desde que le vi por última vez, muchas cosas terribles y mezquinas, y sin embargo no hay un día que no me acuerde de usted y me pregunte dónde estará, si habrá encontrado la paz, si estará escribiendo, si estará enamorado o si se acordará de nosotros, de la pequeña librería de Sempere e Hijos y de la peor ayudante que nunca tuvo.
Me temo que se marchó usted sin enseñarme a escribir y no sé ni por dónde empezar a poner en palabras todo lo que quisiera decirle. Me gustaría que supiese que he sido feliz, que gracias a usted encontré a un hombre al que he querido y que me ha querido y que juntos hemos tenido un hijo, Daniel, al que siempre hablo de usted y que ha dado un sentido a mi vida que ni todos los libros del mundo podrían ni empezar a explicar.
Nadie lo sabe, pero a veces todavía vuelvo a aquel muelle en que le vi partir para siempre y me siento un rato, sola, a esperar, como si creyese que fuese usted a volver. Si lo hiciese comprobaría que, pese a todo lo que ha pasado, la librería sigue abierta, que el solar donde se alzaba la casa de la torre sigue vacío, que todas las mentiras que se dijeron sobre usted han sido olvidadas y que en estas calles hay tanta gente que tiene el alma manchada de sangre que ya no se atreven ni a recordar y cuando lo hacen se mienten a sí mismos porque no se pueden mirar al espejo. En la librería seguimos vendiendo sus libros, pero bajo mano, porque ahora han sido declarados inmorales y el país se ha llenado de más gente que quiere destruir y quemar libros que de quienes quieren leerlos. Corren malos tiempos y a  menudo creo que se avecinan peores.
Mi esposo y los médicos creen que me engañan, pero sé que me queda poco tiempo. Sé que moriré pronto y que cuando reciba usted esta carta ya no estaré aquí. Por eso quería escribirle, por que quería que supiese que no tengo miedo, que mi único pesar es que dejaré a un hombre bueno que me ha dado la vida y a mi Daniel solos en un mundo que cada día, me parece, es más como usted decía que era y no como yo quería creer que podía ser.
Quería escribirle para que supiera que pese  todo he vivido y estoy agradecida por el tiempo que he pasado aquí, agradecida de haberle conocido y de haber sido su amiga. Quería escribirle porque me gustaría que me recordase y que, algún día, si tiene usted a alguien como yo tengo a mi pequeño Daniel, le hable de mí y que con sus palabras me haga vivir para siempre.
Le quiere,
                                                                 ISABELLA."


Así como puede sonar triste esta carta, también puede sonar bastante reconfortante y aún con el fin de no arruinar el libro a quienes no lo hayan leído, sí les puedo decir que esta carta puede ser una de las mas sinceras muestras de afecto que he visto en toda mi vida. Y es que ella nunca fue un amor para él, simplemente una aprendiz y una amiga. Y aunque por alguna razón se separaron, la amistad perduró hasta el fin y nunca se perdió.

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