sábado, 23 de junio de 2012

Nostalgia.

Casi al principio, yo no te veía como algo mas que una conocida. Fue la familiaridad con la que nos hablábamos, lo que hizo que me interesaras, y viceversa.
Todavía recuerdo aquella vez en la cafetería de tu escuela, cuando te encontré sentada sola en aquella mesa, un poco triste y enojada. Cuando me acerqué a preguntarte si estabas bien, solo me miraste y me sonreíste diciendo que si. Aunque yo sabía que no, te seguí la corriente y me senté a tu lado, para hacer conversación. Se oía en el fondo, una canción en la radio y me dijiste que si, te gustaba Adele, pero que creías que Rolling In The Deep ya era muy comercial, que preferías otras cosas.
Tu estabas esperando a que fueran por ti, y yo te mentí diciendo lo mismo, pero la verdad es que yo me habría podido ir desde hace mucho, pero la única razón que me lo impedía era que yo te quería hacer compañía.
Después de una media hora, que para mi fue una eternidad, ya daban las tres de la tarde, y me comentaste que tenías hambre. En ningún momento me pediste nada, pero tuve la idea de comprarte algo en la tienda de la cafetería. Acepto que yo nunca he sido muy adinerado, y de hecho, ese día solamente contaba con el dinero del metro y del pesero. Y aún asi, decidí comprarte un chocolate. O mejor dicho, un chocolate para cada quién. Me habías insistido que no te comprara nada, pero, parece que ese pequeño chocolate te quitó el hambre y te puso de mejor humor.
Durante el resto de ese rato, me deleitaste con tu risa a mis tonterías, con tus reflexiones y tus gustos. Ese día no lo cambio por nada.
Todavía lo recuerdo como el inicio de todo lo que pasó.
Y así como llegan los recuerdos es como los voy escribiendo. Yo te veía casi diario sentada en tu respectivo lugar en el salón, esperando mi llegada. Tú me hacías agradables pláticas cada vez que había la oportunidad de hablar solos, y fue cuando conocí a tus gatos, por medio de fotos en tu teléfono celular.
Además de que fue en una de esas pláticas donde me comentaste sobre tu ideología y tus creencias.
Aún no recuerdo bien, cómo fue que la relación se intensificó al punto de terminar viéndonos en secreto en el centro de la ciudad, para caminar y disfrutar de una tarde lluviosa, conociéndote cada vez más y más. Hasta el punto en el que ya no pudimos evitar nada y solo dejar que fluyeran las cosas.
De tan solo recordar esto, el corazón me duele de Nostalgia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario